A mis lectores

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lunes, 22 de agosto de 2011

Flora de Montaña en Mendoza


En la zona de la cordillera y en la precordillera se desarrolla la llamada vegetación altoandina, característica de los Andes. Allí, por encima de los 2800 msnm, crecen pastos duros, los coirones, sometidos a las nevadas invernales, a la sequía y a los vientos fríos. Por encima de los 3.900 msnm la vegetación disminuye hasta desaparecer, ahí existen amplias zonas de montaña con nieves permanentes. Sobre los arroyos de montaña y en las vertientes se forman pequeños oasis de altura llamados vegas, cubiertos por numerosas plantas acuáticas resistentes al frío de altura.

El riguroso clima de la alta montaña, donde tienen su origen los ríos de Cuyo, sólo permite realizar trabajos en épocas estivales. Esa es una de las causas por la que no se dispone de información detallada de la flora y la fauna del lugar. Este es un pequeño aporte al conocimiento de la flora que he podido observar en mis viajes por la alta montaña de Mendoza.
Adesmia pinifolia "leña amarilla"
La "leña amarilla" es una planta que corre peligro de extinción por ser un arbusto de muy buena madera para calefaccionar. 
Cuando uno recorre estos paisajes de montaña queda perplejo de la belleza de sus flores andinas: 
Acaena macrocephala
Schizanthus grahamii "boca de tigre"

"boca de tigre"

Calceolaria luxurians "bolsico"

Grindelia chiloensis "melosa"

Junellia spatulata
  
Rhodophiala rhodolirion "añañuca de la cordillera"

"añañuca de la cordillera"
Astragalus garbancillo "yerba loca" "garbancillo"
La "yerba loca" se defiende de herbívoros acumulando selenio en sus hojas, ocasionando la “enfermedad del álcali”. Es una planta venenosa para el ganado que al ingerirla hace temblar y enfurecer. Además contiene saponinas glucosídicas que actúan sobre el corazón, reduciendo sus movimientos y energía hasta provocar la parálisis. En caballos ocasiona ceguera y atontamiento, seguido por una extenuación muscular hasta causarles la muerte, haciendo amarga y muy desagradable la leche y la carne del ganado ovino. En el Altiplano es usada como forraje de camélidos y se considera que seca es inocua para el ganado. Hojas, tallos, flores y raíces contienen azúcares reductores, flavonoides, lactonas sesquiterpénicas, taninos, alcaloides, aminoácidos libres y saponinas glucosídicas. Estas últimas son muy tóxicas para cobayos y conejos, pero posibilitan su uso en la elaboración de jabones de astragalo.

Ephedra chiloensis "cupana" "solupe"
Ephedra chiloensis es una planta medicinal que se usa para problemas urinarios y prostáticos;  estomacales; y resfríos.

Historia del Oro en la Argentina

Mina La Carolina
El poblado La Carolina fue llamado así en 1972 por el Marqués de Sobremonte en homenaje al Rey Carlos III de España, ya que este rey pertenecía a una familia muy distinguida perteneciente a la dinastía de Los Carolinos. Muy pronto la región sufrió la actividad extractiva de oro, lo cual eclipsó la tradición pastoril y ganadera. El oro de la Carolina se enviaba a Santiago de Chile y luego a Potosí (Perú) para acuñar monedas.
Mina Buena Esperanza, Cerro Tomoplasto. Tunel Norte 300m
En 1882 se obtuvo la mayor explotación de las minas de oro a través de una empresa extranjera que produjo una explotación industrial de los filones. Fue entonces cuando máquinas y picos incursionaron en los cerros, hasta que se produjo un hundimiento que sepultó las galerías y por ello se abandonó la explotación.
Restos de una vivienda de los mineros
Así concluyó la etapa más prospera del pueblo: zorras oxidadas, hierros retorcidos, depósitos destruídos, túneles abandonados, personas viviendo de recuerdos, quedan hoy como testigos de aquel tiempo.


Durante la segunda guerra mundial, La Carolina volvió a ser noticia por su rico yacimiento de wolfram (tungsteno), mineral de alto valor estratégico. Este metal es fundamental para  producir de una forma económica todas las máquinas que nos rodean.


Hoy visitan esta región los turistas y los buscadores de oro que tamizan el río para obtener alguna que otra pepita. Quizás algún día nuevamente escucharemos hablar de La Carolina por la riquezas no descubiertas y que probablemente estén en las entrañas de sus cerros.