Mina La Carolina |
El poblado La Carolina fue llamado así en 1972 por el Marqués de Sobremonte en homenaje al Rey Carlos III de España, ya que este rey pertenecía a una familia muy distinguida perteneciente a la dinastía de Los Carolinos. Muy pronto la región sufrió la actividad extractiva de oro, lo cual eclipsó la tradición pastoril y ganadera. El oro de la Carolina se enviaba a Santiago de Chile y luego a Potosí (Perú) para acuñar monedas.
Mina Buena Esperanza, Cerro Tomoplasto. Tunel Norte 300m |
En 1882 se obtuvo la mayor explotación de las minas de oro a través de una empresa extranjera que produjo una explotación industrial de los filones. Fue entonces cuando máquinas y picos incursionaron en los cerros, hasta que se produjo un hundimiento que sepultó las galerías y por ello se abandonó la explotación.
Restos de una vivienda de los mineros |
Así concluyó la etapa más prospera del pueblo: zorras oxidadas, hierros retorcidos, depósitos destruídos, túneles abandonados, personas viviendo de recuerdos, quedan hoy como testigos de aquel tiempo.
Durante la segunda guerra mundial, La Carolina volvió a ser noticia por su rico yacimiento de wolfram (tungsteno), mineral de alto valor estratégico. Este metal es fundamental para producir de una forma económica todas las máquinas que nos rodean.
Hoy visitan esta región los turistas y los buscadores de oro que tamizan el río para obtener alguna que otra pepita. Quizás algún día nuevamente escucharemos hablar de La Carolina por la riquezas no descubiertas y que probablemente estén en las entrañas de sus cerros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario