Charles Robert Darwin (1859) sostenía que la evolución biológica era producida por un proceso que denominó selección natural. Las especies se adaptan a los cambios del medio ambiente a través de nuevas características biológicas que aparecen en ellas y contribuyen a su supervivencia, siendo hereditarias y en consecuencia transmisibles a sus progenies. Una de las tantas cientos de miles de especies surgidas de esta forma es la humana, cuyas particularidades o características biológicas que la hacen diferente al resto de las especies es el tamaño de la porción cefálica del sistema nervioso, fundamental para la capacidad de aprendizaje y el dominio lingüistico, y su posición erguida.
Homo erectus (habitó la Tierra hace 1 millón de años dominaron el fuego) |
Homo neanderthalensis (Aparece hace 300.000 años y se extingue habiendo combibido con el Homo sapiens) |
Hace aproximadamente 150.000 años apareció sobre la Tierra, la especie humana (Homo sapiens), luego de un largo proceso evolutivo.
Los hombres prehistóricos constituyeron sociedades y desarrollaron cultura, entendiéndose por cultura un sistema integrado de patrones de conductas aprendidos que son característicos de los miembros de una sociedad y que no son fruto de la herencia biológica. Por tanto, el hombre es una especie derivada de la evolución biológica como todas las demás especies y única por presentar una continua evolución cultural. La cultura es un conjunto de comportamientos adquiridos.
Una de las conductas adquiridas que ha sido un cambio sustancial en la evolución cultural fue la domesticación de otras especies (animales y vegetales) para pasar de nómadas a sedentarios. Esto no fue de un día para otro.
Los perros fueron los primeros animales domesticados por el hombre, hace unos 14.000 años. La domesticación de los perros se produjo a partir del lobo (Canis lupus) y el chacal (Canis aureus). Probablemente esto se hizo por el acercamiento de los canes para comer las sobras de los cazadores. Los perros descendientes de animales gregarios como lobos y chacales, acompañaron al hombre en sus desplazamientos y con el tiempo lo aceptaron como jefe de la manada. Cazaban con las tribus humanas ayudando a rastrear y matar las presas de las que recibían una pequeña parte a modo de recompensa. Después, otros animales fueron domesticados para otros fines: consumo de su carne, obtención de sus cueros o lana para la vestimenta, como vacas, ovejas, camellos, vicuñas, gallinas, patos etc. Esto permitió a la especie humana dar un salto intermedio muy importante pasando de cazador y recolector a pastor.
La domesticación permitió contar con alimentos de manera constante y evitar así su búsqueda para lo cual había que trasladarse de manera permanente, siendo el puntapié inicial de la civilización.
Hace 10.000 años culminaba la última glaciación que permitió al hombre distribuirse a todos los continentes por puentes de tierra, los glaciares retrocedían y el clima de la Tierra empezaba a ser parecido al actual. En el mundo no existían más de 5 millones de seres humanos que gradualmente empezaron a utilizar nuevas fuentes de alimentos.
Para ese entonces, la primera siembra intencionada de semillas fue probablemente un hecho fortuito. Quizás los pastores recolectaron granos o forraje para alimentar al ganado y accidentalmente perdieron algunas semillas cerca de sus aldeas o el mismo ganado a través de sus heces las dispersaron, para que luego germinaran, permitiendo a los hombres relacionar estos hechos con la posibilidad de producir una fuente de alimentos más segura a través de la siembra.
De esta forma, el cultivo vegetal surgió de la observación de los pastores y de las relaciones establecidas en referencia a la cadena alimenticia de los animales domésticos, naciendo así la agricultura y el desarrollo de tecnologías afines.
Tanto el pastoreo como la agricultura proporcionaron un aumento de los alimentos y por ende de la población mundial. De todas las proteínas que se consumen en el mundo, aproximadamente el 70% son de origen vegetal y el 30% restante, animal. Este cambio radical en la evolución cultural permitió al hombre organizarse en poblados y finalmente en ciudades hace aproximadamente 6.000 años.
La terminación de la cuarta glaciación aportó un nuevo hombre, que modificó sus hábitos dependientes de la caza y la recolección a una explotación intensiva de los potenciales vegetales y animales. Se instaló en un sitio y comenzó a domesticar animales y plantas. Los procedimientos fueron esencialmente similares en el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo.
La domesticación en el Viejo Mundo condujo al desarrollo de un gran número de cereales, como el trigo y la cebada. En el Nuevo Mundo el desarrollo se centró en el maíz, las calabazas y los porotos.
A lo largo de un período de varios milenios el pequeño pueblo granjero sedentario de la era de la agricultura primitiva dio origen a las ciudades. La revolución urbana estaba en marcha y se logró la civilización. Estructuras sociales complejas de un gran nivel de integración produjeron un nuevo orden de vida para el ser humano. Se creó la escritura y se puso en marcha la sustitución del mundo prehistórico del hombre biológico por el mundo histórico del hombre cultural.
La agricultura forma parte de la revolución cultural y es la que llevó de tener una población mundial de 5 millones de habitantes hace 10.000 años a la actual que ronda los 6.500 millones. El crecimiento poblacional ha permitido que surjan personas brillantes a lo largo de la historia de la humanidad. Asimismo, cuanto más somos, más compleja es la sociedad y mayor es la necesidad de buscar soluciones a los problemas sociales y ambientales. Estos beneficios de la sobrepoblación se contraponen con las desventajas que ocasiona en referencia a la disponibilidad de espacio y al suministro de alimentos para todos. Culturalmente, siempre estamos buscando soluciones para mantener un equilibrio entre los posibles beneficios y desventajas que presenta la agricultura.
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