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viernes, 24 de agosto de 2012

TRAS LAS HUELLAS DE CHARLES DARWIN: de Buenos Aires a Santa Fe


El 24 de agosto de 1833 el bergantín Beagle llega a Bahía Blanca, y la idea de su capitán Fitz Roy, es subir por la costa bonaerense hasta la ciudad de Buenos Aires. Charles Darwin con la autorización de Juan Manuel de Rosas -el entonces gobernador de Buenos Aires- , viaja por tierra a la ciudad de Buenos Aires acompañado de un gaucho y algunos soldados.

Llega a Buenos Aires el 20 de septiembre de 1833, lo que indica que los 700 kilómetros que recorrió a caballo lo hizo en apenas 12 días (con paradas importantes en el trayecto). De la ciudad de Buenos Aires no cuenta mucho, salvo que le pareció de un diseño prolijo y bastante sencilla. Sí le sorprendió la actividad del matadero de las afueras de la ciudad (en la zona que actualmente se conoce como Once), por el salvajismo y brutalidad que rodeaba la actividad de la faena del ganado. Lo que hoy es Balvanera conformaba a fines del siglo XVIII un inmenso campo sin cultivar que se utilizaba para el pastoreo, y donde desde 1771 por disposición del Cabildo, en lo que en ese entonces se consideraba la periferia urbana, se establecieron mataderos de animales para el abasto de la ciudad. En el predio que hoy ocupa la Plaza Once, se ubicaban los Corrales donde se concentraban las carretas provenientes del interior y el mercadeo de productos de campo. Uno de esos corrales de abasto y matadero, el Matadero del Oeste, se ubicó en las proximidades de la Plaza.

Se aloja en casa de un inglés, Mister Lumb. La casa donde residió Darwin correspondía a la que en 1922 era la calle Bolivar 276 a 288, según el testimonio del señor Carlos P. Lumb (hijo) quien lo recordaba de aquella época.

El 27 de septiembre de 1833 parte hacia Santa Fe, 480 km curso arriba del Paraná. En el camino vuelve a probarse como agudo observador de la naturaleza, y también de las costumbres sociales de los duros habitantes. Describe por ejemplo los hábitos de las vizcachas y búhos, encuentra fragmentos fósiles de mastodontes y toxodontes (ya antes había hallado un esqueleto bastante completo de megaterio, en las inmediaciones de Monte Hermoso, ver TRAS LAS HUELLAS DE DARWIN: Fósiles descubiertos en Argentina).
Selva Paranaense como la vio Charles Darwin (Diamante, Entre Ríos)
Fauna de la rivera del río Paraná
Huella del "lobito de río" registrada por el autor. Pteronura brasiliensis - Mustelidae
mamífero carnívoro en peligro de extinción
 
Pteronura brasiliensis - Mustelidae (imágen tomada de Internet)
Luego conoce las ciudades de Rosario, Santa Fe y Bajada (actual Paraná), y describe el clima y la geología de la región. Algunos problemas de salud le impiden seguir más al norte, y toma un barco de regreso a Buenos Aires que le permite disfrutar del río Paraná extensamente y conocer el delta en su desembocadura. En todos los sitios que visita se comunica con los pobladores, recolecta anécdotas y datos del lugar, de la flora y fauna. Pasó por Luján y San Antonio de Areco, donde le llamó la atención un puente de 27 metros de largo construido en madera de ñandubay Prosopis affinis (Leguminosas), a fines del siglo XVIII. Si bien la edificación ya no existe, el sitio fue declarado Lugar Histórico Nacional.
 
Costanera de Rosario, vista del Paraná
que fascinó a Charles Darwin
 
Ciudad Paraná  (llamada Bajada)
Vuelve a Buenos Aires y se encamina rumbo a Uruguay, a través del Río de La Plata. Cuando llega a Buenos Aires, se encuentra con que había estallado una revolución, y toda la zona de la villa está sitiada (ver el Artículo TRAS LAS HUELLAS DE DARWIN: Río Las Conchas). Lo dejan pasar cuando relata su encuentro con Rosas, pero sólo si se dirige a pie y sin equipaje, y escoltado lo llevan al puerto de Buenos Aires. Allí puede embarcarse a Montevideo, donde lo espera el Beagle, pero una demora en la fecha de partida le permite hacer un recorrido igualmente interesante por la Banda Oriental.


Costa de la ciudad de Buenos Aires como la debe
haber visto Charles Darwin (Reserva Costanera Sur)

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